2. ¿Quién era Jesús?



Śrī Kṛṣṇa explica en el Bhagavad-gītā [4.7]:

yadā yadā hi dharmasyaglānir bhavati bhārata
abhyutthānam adharmasya tadātmānaṁ sṛjāmy aham

“Cuando quiera y dondequiera que haya una declinación en la práctica religiosa, ¡oh, descendiente de Bharata!, y un aumento predominante de la irreligión, en ese entonces Yo mismo desciendo”. (Bhagavad-gītā 4.7).

Kṛṣṇa Mismo viene o envía a Su representante autorizado, un śaktyāveśa avatāra, un ser perfecto, con poder para predicar sanātana dharma, la religión eterna, la religión universal del alma.

Kṛṣṇa-śakti vinā nahe tāra pravartana: A menos que uno esté empoderado por Kṛṣṇa, no se puede predicar con eficacia [Caitanya-caritāmṛta Antya-līlā  7.11].

Podemos comprender que Jesús es un śaktyāveśa avatāra, un alma perfecta, un mensajero del Ser Supremo.

Estas grandes almas no tienen nada que hacer descendiendo a planetas como el nuestro, con la excepción de total abnegación, para salvar a las almas condicionadas - kara para-upakara.

Ellos descienden a este nivel de conciencia como titikṣavaḥ kāruṇikāḥ suhṛdaḥ sarva-dehinām ajāta-śatravaḥ śāntāḥ sādhavaḥ sādhu-bhūṣaṇāḥ: “El sadhu es tolerante, misericordioso y amigable con todas las entidades vivientes. No tiene enemigos, es pacífico, se guía por las Escrituras, y todas sus características son sublimes” [Śrīmad-Bhāgavatam 3.25.21].

Śrīla Prabhupāda explica este verso:
“El Śrīmad-Bhāgavatam declara que cualquier predicador genuino de la conciencia de Dios debe tener las cualidades de titikṣa (tolerancia) y kāruṇa (compasión). En la personalidad del Señor Jesucristo encontramos ambas cualidades. Él fue tan tolerante que, incluso mientras estaba siendo crucificado, no condenó a nadie. Y fue tan compasivo, que oró a Dios pidiéndole que perdonara a las mismas personas que estaban tratando de matarlo”.

Śrīla Prabhupāda dijo: “Jesucristo fue un gran personalidad, el hijo de Dios, el representante de Dios. No cometió falta alguna, sin embargo fue crucificado. Quería dar conciencia de Dios, pero a cambio le crucificaron. Eran tan ingratos, no podían apreciar su prédica. Pero nosotros le apreciamos y le damos todos los honores como el representante de Dios” [La ciencia de la autorrealización, capítulo 4].

Las grandes almas no se perturban en ninguna circunstancia:

nārāyaṇa-parāḥ sarve na kulaścana bibhyati
svargāpavarga-narakeṣv api tulyārtha-darśinaḥ

“Los devotos que están exclusivamente dedicados al servicio devocional de la Suprema Personalidad de Dios, no sienten temor de ninguna circunstancia de la vida. Para ellos, los planetas celestiales, la liberación y los planetas infernales son lo mismo, pues el único interés de esos devotos es el servicio del Señor” [Śrīmad-Bhāgavatam 6.17.28].

Aun cuando enfrente tribulaciones, cuando es llevado a la crucifixión, un ser perfecto en el mayor nivel de intimidad con Dios, absorto en Dios, no tiene miedo bajo ninguna circunstancia: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos” [Lucas 23:28].

brahma-bhūtaḥ prasannātmā na śocati na kāṅkṣati
samaḥ sarveṣu bhūteṣu mad-bhaktiṁ labhate parām

“Aquel que se sitúa así en el plano trascendental, llega a comprender de inmediato el Brahman Supremo y se vuelve plenamente dichoso. Él nunca se lamenta por nada ni desea poseer nada. Él tiene la misma disposición para con todas las entidades vivientes. En ese estado, él llega a prestarme a Mí un servicio devocional puro” [Bhagavad-gītā 18.54].

Por absorberse en la ocupación de la voluntad del Señor, las grandes almas vuelven al mundo espiritual después de lograr su Misión.

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